Ya hace años que me compré una vida, fue en una tienda low cost por lo que tiene algunas taras más o menos importantes -según como se mire-, pero lo que más me gustó de esa vida no fue su bajo precio... sinó el reto que representaba.
A veces se me hace difícil enmendar algunos fallos de fábrica, pero mira, cuando consigo arreglar día a día los pequeños fallos de esta vida que compré, me siento mucho más realizada que si me hubiera comprado una en esas boutiques de moda.

A veces la vida es mucho más interesante cuando se tiene la oportunidad de arreglar las cosas que tanto nos disgusta, otras veces es gratificante ver que aquellos fallos no eran más que una perspectiva incorrecta.

Vida no hay más que una y, por desgracia, no se puede descambiar por un cheque-regalo.
Intenta arreglar las taras y si no lo consigues, siempre puedes aprender a vivir con ellas o, puede que incluso consigas sacarle partido.